miércoles, 23 de septiembre de 2015

FRAY JUNÍPERO SERRA, HÉROE O VILLANO

Desde que en el año 92 viajará por primera vez a California, en un viaje de introspección personal con la excusa del desarrollo profesional, quedé marcada por la huella que un insignificante hombre de iglesia, nacido en un humilde pueblo mallorquín, Petra, había dejado allí y lo poco o muy poco que se le conocía aquí, en España, y con mayor delito siquiera en su Isla mediterránea. Fray Junípero Serra, a quien esta tarde el Papa Francisco santificará en Washington, vivió más de la mitad de su vida gestionando misiones religiosas creadas por los jesuitas en la Baja California, y fundando más tarde, y por orden del rey CarlosIII, otras muchas en lo que conocemos como Alta California, que son el origen de ciudades maravillosas como San Diego, San Luis Obispo, Carmel, Los Ángeles o mi adorada San Francisco.
Pasaron los años y hace justamente ahora uno más, pues regresé a ese alejado mundo, esta vez con mis padres y persiguiendo el sueño infantil que mi madre había conservado toda su vida, visitar los lugares en los que su héroe, el Zorro, había salvado a tantas y tantas mujeres hermosas, combatido a tantos indeseables y defendido a religiosos, bajo los que pertrechaba su verdadera identidad. Y así, durante esos hermosos días en los que me convertí en orgullosa chofer de mis maravillosos padres, recorrimos en orden invertido a su creación, las misiones que Fray Junípero y otros monjes como él, uno de ellos también mallorquín, Joan Crespí, había creado, desde SF y hasta San Diego. Detalle importante que debo mencionar es que mi admiración por estos hombres no va unida a la religión en si, que si hubieran profesado otra no habrían tenido menor mérito. En esta ocasión tuve la oportunidad de reafirmarme en lo poco espabilados que somos los españoles, desaprovechando una oportunidad comercial de oro pero también una ración de orgullo nacional, que podíamos haber compartido con quienes le consideran el padre de California. A él, a su persona, le dedican calles, plazas, la única de un español que por cierto hay en el Capitolio, estaciones de metro, y su imagen está presente en cómics, puzzles, películas, esculturas a doquier y en todo tipo de objetos de merchandaising. 
En fin, todo esto para deciros que la persona de este hombre y el hecho histórico me persiguen desde hace años, o cómo si no explicar que un par de días después de nuestro regreso a Madrid me doy de bruces con la exposición que sobre cartografía norteamericana ofrecía la Biblioteca Nacional. Y allí mismo puede comprar el último ejemplar que les quedaba del diario de la expedición de Joan Crespí y deFray Junípero, y lo que es mejor, aprovechando mi suerte crucé la calle y justo enfrente, en el Paseo del Prado, encontré entre los puestos callejeros de libros 'viejos' varios ejemplares de esos libritos de aventuras que escribió José Mallorquí y que mi madre esperaba con devoción mensual. 
Desde entonces he leído no sólo esos relatos pormenorizados que he nombrado, también me atreví con el tercero de los que encabezaron desde México esas cuatro expediciones, dos por tierra y dos por mar, ordenadas por quien recibió en sus tiempos el apodo de mejor alcalde, el rey. Y mi sorpresa fue mayúscula al saber que el pilotín de uno de los barcos también era mallorquín pese a su apellido, Juan Pérez, quien no dejó testimonio escrito o al menos no fue encontrado. Como conclusión, y sin juzgar más que apenas unos meses claves de la colonización española, no pude encontrar ni un solo momento en los que ni unos ni otros perdieran los nervios ante algunos conatos de rebelión por parte de los que llamaban gentiles y que no eran otros que los dueños de esas tierras, los indios. Algún tiro al aire a modo de defensa ante un posible ataque, pues si, pero también palabras de ternura hacia algunos de ellos y un curioso trueque de abalorios para facilitar el diálogo y el recorrido hacia el objetivo, San Diego. Mi admiración por este hombre, que a pesar de la cojera que le provocó una picadura de no se que bicho en la pierna fue capaz de caminar y caminar durante varios meses junto a unos pocos soldados y religiosos sin apenas comida ni agua, logró tan histórica gesta.
Curioso fue mi encuentro el pasado fin de semana en Cas Concos, un pueblo mallorquín, con una mujer de origen canadiense, Natalie D., que al parecer defiende desde hace años a los indígenas norteamericanos, reivindicando sus derechos y el reconocimiento de su orquestado genocidio. Me habló de un movimiento multitudinario surgido en Estados Unidos, contrario a la canonización de fray Junípero que muy a su pesar tendrá lugar esta misma noche. Hoy nos encontraremos en Petra para asistir a la retransmisión en directo de ese acontecimiento histórico, y tendremos oportunidad de contrastar puntos de vista. Nada sucede por casualidad. 



martes, 1 de septiembre de 2015

Y SI TAMPOCO SUIZA ES SEGURA


Impresiones de mi vida en Suiza tengo a montones, más de una por día seguro, y podría decir que la mayoría son positivas. Sus legendarios sentidos del orden y de la rectitud, la honestidad, tolerancia y educación con que conviven sus gentes siguen sorprendiéndome tras dos años de medio vivir aquí y muchos más de visitas esporádicas. Hoy sin embargo, escribiendo abordo del avión que me lleva a mi otra casa, la de Mallorca, medito en voz alta sobre un detalle, bueno, en realidad son dos, que acabo de vivir en el aeropuerto de Zürich y que competen y contradicen otro de los estereotipos tan identificados al pueblo suizo como las castañuelas al nuestro, la seguridad.
Intentaré describir el escenario para situar a quienes no conocen el aeropuerto, que en realidad, y por extraño que nos parezca, es para los ciudadanos mucho más que un punto de partida o de bienvenida como suele ser habitual en los de nuestro país, con viajeros que pululan de un lado a otro buscando las puertas de embarque de sus vuelos o la recogida del equipaje. El lugar es un gigantesco centro comercial tanto dentro como fuera de sus zonas de embarque, y no exagero. Me cuenta mi maestro de vida y casi Buda, que esa actividad genera más dividendos que la propia gestión aeroportuaria. La oferta gastronómica es impresionante, con un área central en el edificio principal donde puedes encontrar lo que más te apetezca, presentado siempre con el buen estilo que también les caracteriza, excepción del desentonante Mac Donalds. Los veteranos y algo sibaritas elegimos la tranquilidad y vista de una isla gourmet, junto a una terraza descubierta a los cielos pero protegida de los vientos, con innovador diseño y decorada con olivos auténticos que nos transportan a nuestro Mediterráneo. Seguro que podríamos imitar este detalle por ejemplo en el aeropuerto de Palma y sacar rédito a las terrazas y espacios desaprovechados, para bien de la economía y de la imagen turística. Ya sé que me estoy desviando del tema, o quizás no tanto, pero no puedo dejar de contar que allí mismo hay un supermercado enorme, donde tanto si llegas como si vas o simplemente estás puedes hacer la compra cualquier día de la semana, y eso en una ciudad con restringidos horarios comerciales, que todos los comercios cierran máximo a las 19.00, y antes aún los sábados, que el domingo sigue siendo sagrado.
Bien comida y más que bien acompañada nos dirigimos a paso de lisiada al mostrador de facturación. Allí, una diligente empleada me ofrece un transporte especial por mi cojera más que evidente, que rechazo amablemente, y sin pedirme un solo documento de identificación recoge mi maleta y me abre el primer paso al embarque. Ayudada de mi muleta, que con imaginación de guionista de una peli de acción podría ocultar un arma, y pudiendo ser quien realmente no soy, sigo camino hacia el control de pasajeros. Me despido de mi amor y espero pacientemente una de las dos colas para pasar el arco detector de yo qué sé. Sopesó el número de personas que me preceden en una y otra, y me decanto por la más corta, a sabiendas de que la pareja de piel cetrina, ella con burka, igual equilibra o incluso retrasa la espera. Pero la curiosidad siempre me puede y quiero observar si le obligan a despojarse de su larguísima bata y del velo que cubre su rostro a excepción de los ojos. El acompañante se queda sin el perfume que posiblemente pensara regalar, envuelto aún en su celofán, y poco más. La mujer en cambio, y a diferencia de las que le preceden y también de las que le siguen, que deben quitarse la chaqueta, el sombrero de paja y las zapatillas de caña alta, pasa directamente a una cabina de seguridad, donde por experiencia te registran cuando algún detalle de tu indumentaria hizo saltar la alarma. Y no me puedo callar. Cuando amablemente la mujer securata, situada al otro lado del arco de seguridad, me ofrece sus brazos para avanzar a través de él, privada de la muleta por razones obvias y antes presupuestas, le digo lo mismo que suele decirme mi hijo Luca..., ¿Puedo hacerle una pregunta? Y como ella me anima a dar rienda suelta a mi curiosidad, insisto en saber si en esa especie de probador ha tenido que retirarse el burka o no, y me contesta que no, que han pasado por su cuerpo el detector tipo cepillo del pelo que muchos habréis visto ya, y no me resisto a contarle el modo de actuación de la seguridad aeroportuaria, en un país donde la mayoría de las mujeres visten sus chador y arrastran a sus hijos y maletas para pasar por un arco como ese reservado solo a las mujeres, India. Y todo ello mientras lo hombres no tienen uno sino cuatro arcos por los que pasar, incluyendo excepcionalmente a las mujeres europeas de las tripulaciones, que no a las indias. Bueno, en realidad no le he contado todo esto, otra injusticia y desprecio para con las mujeres, sino simple y llanamente que las autoridades de ese país presuponen que bajo sus ropas pueden ocultar de todo y de ahí el especial registro. La segurata suiza, que como buena parte de la gente con la que me empeño en hablar alemán resulta que habla español, me da la razón reconociendo que no ha viajado nunca tan lejos, y yo me quedo con mi copla, la que repite el estribillo de pobre mujer abducida, rebélate, que contigo puede comenzar la liberación de tu vecina, también oprimida.  Y tanto me cuesta aceptar su sumisión a cuenta de la religión, como que nuestra Europa acepte el oscurantismo que hay tras los disfraces, versus cadenas, de tantas mujeres, a sabiendas de que en buena parte de sus países de origen al resto no se nos permite o en el mejor de los casos nos cuestionan y miran mal por vestir como acostumbramos.
Y con este rollo existencial que me he marcado, y que espero no conlleve a malas interpretaciones, se me ha pasado la hora y media que dura el vuelo. Mallorca, ya a mis pies. Pero no, pues nos acaban de anunciar que la tormenta nos obliga a aterrizar en Menorca, dos horas de retraso. No somos nadie ;-)

martes, 30 de diciembre de 2014

 A POR EL 2015, CON SALUD, PAZ Y AMOR


Bueno, mi último post del 2014, haciendo balance de los mejores momentos vividos y parte de lo aprendido... Hoy, por ejemplo he aprendido a quitar la nieve acumulada sobre mi coche, cosa que nunca antes había hecho y pensaba que lo que puede resultar divertido o entretenido por ser la primera vez se convierte en una tortura cuando cada mañana debes rascar el hielo, sacudir la nieve y retirarla del camino con la pala para poder llevar a tus hijos al cole o ir al trabajo. Definitivamente, lo mío es el calorcito mallorquín, para qué negarlo.


Aún así, y sin ocultar que la Roca sigue siendo mi hogar, aunque hoy por hoy lo sea a ráfagas vacacionales, lo destacable es que en Suiza me encuentro bien. Que no sería lo mismo sin el delicioso grupo de amigas que tengo allí, ni duda. Y es que la amistad tiñe el gris atmosférico con el color de las risas y el buen rollo, tonalidades que en mi caso nunca pasarán de moda.




Con 2 adolescentes en casa y otro ya universitario y bien mimado por los abuelos en Madrid, ya os imagináis que hay momentos difíciles, especialmente cuando a uno de ellos le cuesta encontrar su camino y lo imagina de nuevo en Mallorca. Esa es la principal angustia del año que ahora acaba, pues mi principal deseo como madre es que sea feliz. Así que ya sabéis cuál será el reto del año 2015, necesitaré paciencia y sabiduría, y memoria para acordarme de formular esos deseos antes de engullir la última de las uvas de la suerte. 


De suerte ando sobrada, primero de todo por la familia que tengo, deliciosos todos y cada uno de sus miembros, con todos los apéndices que se han ido sumando a lo largo de los años, la última nuestra sobrina y ahijada Luna, que llegó al mundo el pasado mes de febrero, tan preciosa... Amigos no me faltan, espero saber cuidarles y es
tar a su altura, que con tanto movimiento en mi triángulo de vida que es ahora entre Suiza, Madrid y Mallorca,  a veces puedo fallar





 Y luego están los viajes que me he marcado a lo largo del 2014, a parte de esas tres conexiones a veces equiláteras, y otras escalenas (sobre todo para mi madre, que nunca le parecen suficientes los días que estoy en Madrid), este año he tenido la fortuna de regresar a Burkina Faso y debo decir que en cuanto a destinos viajeros nada me gusta más que Africa. Allí te das cuenta de que la felicidad es mucho más sencilla de alcanzar que aquí y que esa es su riqueza, la que nadie puede expropiar ni comprar. Y si, habría que trabajar más intensamente para entender cuáles deben de ser las prioridades que necesitan allá, no me refiero a tecnología, sino a reforestación, a la famosa caña de pescar, a la sanidad básica... No me cabe duda de que esa fórmula, con un = digno, nos hará mejores a todos y comprenderemos también cuáles son nuestras auténticas necesidades y daremos mejor valor a palabras como crisis, pib, y nuestras quejas sobre casi todo.



Mega mención especial la de mi voluntariado en el viaje soñado por mi madre a California y compartido con mi padre por obra y gracia de sus hijos en su no se cuánto aniversario... Volvería a repetirlo con los ojos cerrados, aunque contradiga lo dicho sobre Africa, que a mi madre ni a rastras la llevamos ni tan siquiera a Marruecos, y no sabe lo que se pierde. Otra de mis uvas irá dedicada a poder disfrutar de ellos con salud y quizás unos días en Suiza.



En general siento que este año soy un poco mejor persona, utilizar buena parte de mi tiempo a buenas causas con las que no gano dinero, como dicen algunos de mis hijos, a los que explico, sin éxito, que en realidad no tienen precio. Especialmente contenta porque con la ayuda de tantos y tantos amigos hemos enviado a Burkina unos 80 mil€, con donaciones para la dotación de la nueva clínica que se inaugurará oficialmente a finales de enero y a la que probablemente asistan mis amigos Guillermo y Nines; también para la renovación de la infraestructura de la fabricación de espirulina, ese alga que enriquece la alimentación de los niños del orfanato de Loumbilá, en Ouagadougou; para la fábrica de tiza de nuestro amigo Antoine; para el apadrinamiento de los niños más pobres de la escuela carmelita de Bobo... Por no hablar de todo el dinero que han conseguido nuestras compañeras y amigas de la Fundación Jigi Seme en Burgos... Estamos tan orgullosos del padre Eugenio que trabajar para él y su Comunidad es todo un honor.



Y por supuesto feliz por el trabajo que realizo junto a mis compañeras queridas de RANA. Este año y en especial durante el último trimestre con la campaña #ni1abusoinfantilmas, hemos conseguido sensibilizar y extender el mensaje de que hay que proteger realmente a los niños y que sólo con una cadena real de actuación educativa responsable podremos evitar los abusos de poder que les destrozan la infancia a tantos, y por qué no a los nuestros si no nos ocupamos como toca.






Mención con honores para todos mis amigos, familiares y amigas que creen en el trabajo que realizamos y nos apoyan, tanto en RANA como en Burkina y por supuesto con Mediterránea, que tienen a la cabeza a dos doctores maravillosos, Michael Stoma y Victoria Baldó, que lo mismo curan problemas de salud en su consulta de Portals, en Mallorca, que heridas sociales como las que sufren miles de ciudadanos y sus familias en esa isla que tantos presuponen rica, y si lo es se debe a su gente solidaria y auténtica que sabe compartir incluso a veces lo que no tiene.



Queridos amigos que no nos falte la salud, buena suerte a todos y mucho amor....





jueves, 27 de noviembre de 2014




EFECTO FOKUSHIMA EN SUIZA

Varios millones de cajitas como éstas tan austeras que veis en la foto han sido enviadas por correo a los hogares suizos. Que qué contienen, os preguntaréis, pues alucinad como lo hago yo: doce pastillas de yoduro de  potasio  para prevenir los efectos de la radiación en caso de que alguna de sus 5 centrales nucleares sufra un accidente. Y parece que va de 5 pues he leído que son 5 los millones de envases repartidos, aunque me parecen demasiadas, y que el coste es de 5 millones de euros, pagando el Estado al menos la mitad y las plantas nucleares el resto. Justifican el dispendio en la prevención de desastres como el de Fukushima, así que si tu casa se encuentra en un radio de 5, otra vez mi número favorito, y 20 kilómetros de alguna de esas centrales, pues te las tomas para evitar que nuestras tiroides retengan esa radiación.

Que qué me parece a mi, no sé qué decir, por un lado tiendo a pensar mal en un país como éste que siempre está preparado para lo peor y en el que todo funciona como la maquinaria de un reloj, suizo, off course. A ver, no han participado en ninguna guerra en todo el siglo XX pero aquí el servicio militar sigue siendo obligatorio, como lo es la práctica regular y obligatoria de tiro para cada uno de los mayores de edad, hasta no sé qué años pero mayorcitos. Juegan a la guerra a la que nunca van y cada hogar y edificio público debe de contar con un búnker, que el de mi vecino está repleto de vino ( el nuestro de maletas), así que ya he parlamentado con él, en alemán!!!, para que llegado el caso, y de encontrarse él ausente, no se ofenda si nos bebemos sus botellas y salimos contentos a contemplar el desastre :-( Y después, claro, es el país neutral cuyos soldados defienden a un Estado Vaticano, que igual son accionistas de su poderosa Banca, esa que predica austeridad y que bien podía invertir su capital en los países y continentes esclavos de los ricos.
Y dejo para el final el pequeño gran detalle de que aquí tienen su sede, y fábricas, las empresas de medicamentos más importantes del mundo, aunque debo decir que yo hasta el gelocatil me lo traigo de España, pues aquí cuesta más del doble :-)

En conclusión, viniendo de un país como el nuestro en el que muchos de los políticos, incluida la recientemente dimitida ministra de Sanidad, Ana Mato,  no sólo no están preparados para ejercer sus cargos, sino que además nos creen idiotas cuando tratan de robarnos frente a nuestras narices, pues casi que me quedo con esta manera paranoica de gobernar del 'por si acaso'. 
Es verdad que Suiza es la caja fuerte del mundo y que hasta hace muy poco tiempo el secreto bancario permitía ocultar fortunas de más que dudosa procedencia, pero al menos he de decir que podíamos imitar su sistema educativo con resultados notables, su principal inversión, y lo que viene después, investigación y patentes, protección social, ecología, muchos puntos suspensivos y también hipocresía, que levante la mano el Estado que se salve de ella.  Lo que no tienen es chorizo;-) que de eso ya nos sobra en España. El día que nos libremos de tantos y tantos, podremos mirar hacia el futuro sin tener que estar siempre consultando al pasado, que como dice nuestro hijo Adrián, es lo que nos impide progresar, y tiene 16 años. Claro que él lo dice porque no entiende para que aprender y recordar tanta fecha inútil en sus clases de Historia, el que estudiarla sirva para no repetirla ya no me vale como argumento. Así estamos.



sábado, 8 de noviembre de 2014

SWISS MIND SMART

Viviendo aquí en Suiza voy fotografiando ideas curiosas que veo en la calle. Ha llegado el momento de mostraros algunas:

Las bicicletas disponen de infinitos caminos urbanos. A diferencia de lo que ocurre en nuestras ciudades españolas, no gastan un euro, digo 1 franco, pintan una raya discontinua en amarillo, y santas pascuas. ¿Os imagináis la cantidad de dinero ahorrado que podíamos haber destinado a otros menesteres? Claro que aquí apenas hay accidentes de bicis porque los conductores de coche son muy tolerantes con los ciclistas. La educación, siempre llegamos a la clave.


























En relación al transporte decir que me encantan los carteles electrónicos que marcan la velocidad a la que transitas, pero con una sonrisa. Y me despierta la mía el ver las letras pintas en el suelo de este aparcamiento. No es que las mujeres del PP puedan aparcar junto a la puerta, es que también está reservado para el resto del género. Una cuestión de seguridad y de elegancia, que somos nosotras las que cargamos con la compra, los niños y se puede seguir con las comas hasta el más allá. Bueno, un poco exagerada que es una.
































En cuestión de máquinas dispensadoras, me quedo con estas dos: la de tabaco, que exige pasar tu dni por el scanner antes de poder comprarlo; y la dispensadora de huevos, lechugas, yogur, activa a partir del cierre de los negocios, a las 18 todo chapado, y el fin de semana. El precio no sube porque es propiedad del mismo granjero que tiene este dispensador de leche y quiere descansar tras su duro trabajo.




























Cajas mágicas, la biblioteca callejera, en este caso junto al lago, tú coges el libro que te apetezca y tú lo devuelves en buen estado, tan simple. Y la otra caja, la de venta de leña, así de ordenado, así de fácil y práctico, como el cajón que guarda las piezas de este ajedrez y que fotografié en una piscina pública.















































Me parece una buena idea que en lugares públicos haya monitores donde consultar las líneas de autobús o la salida de metro y trenes. En este caso era en un centro comercial, pero la mejor de la mejor es la información logística que tienes enfrente de tus ojos cuando esperas a recoger tus maletas en el aeropuerto. Tan simple y tan necesario, más en España, donde las maletas tardan en salir mucho tiempo.



























Y como postre, esta mesa, con una incisión en el medio para colocar todo, vasos, cubiertos y lo que sea…, un buen diseño que quizás hayas visto en otros lugares.


Bueno, abrazos, y sigo tomando nota











miércoles, 1 de octubre de 2014

'VOGUE, UN SIGLO DE FOTOGRAFÍA EN CONDÉ NAST'
Desde que estamos viviendo en Suiza he visto un buen número de exposiciones brillantes, la última, no menos sorprendente, la disfrutamos hace unos días en el museo Bellerive, en Zürich, un monográfico dedicado a la revista Vogue, a sus más de cien años de historia (1892), de creatividad y excelencia en el diseño y la ilustración, un archivo fotográfico que es en si mismo un tesoro para conocer la evolución de la moda femenina, de las casas de alta costura y del arte de la fotografía en particular. 
Me fastidió un poco que sólo mostraran ediciones americanas -en ese país nació la cabecera-, también inglesas - la edición británica salió en 1916 -y  francesas, desde 1920, incluso alemanas y argentinas. Lo digo con amor de hermana y patrio, pues Charo dirigió Vogue España con gran éxito de ventas durante algo más de cinco años.

Espero disfrutéis de las imágenes.

















viernes, 26 de septiembre de 2014

América está en construcción

Capaces de levantar los más altos edificios que uno pueda imaginar, de maravillar al mundo con su originalidad, tecnología, inventos infinitos y demás vanaglorias y, sin embargo, por sus calles pululan sin brújula miles y miles de personas sin hogar, fantasmas maltrechos que parecen invisibles a los ojos del resto, una contradicción que para mi es un insulto a la humanidad. San Francisco, fascinante ciudad, no es una excepción, con fotos descaradas que evidencian mi denuncia y que podrían convertirse en libro para sacarle los colores al departamento de turismo, que el social ha debido agotar ya el pantone. En fin, que no quiero ser protagonista de la fotografía del cartel, en el que dice “el optimista ve el donut, el pesimista el agujero”. Para nada, reconozco que de poquito a poco los que con mucho son los más contaminantes del planeta comienzan a reciclar, a promover el uso de la bicicleta y eso es más que valorable, es una esperanza. Del tabaco no hablo, aunque me hace gracia este otro cartel, con instrucciones donde poder fumar, limitaciones que rayan en lo maniático o a mí me lo parece. Pero antes de pasar a la auto crítica, me gustaría resaltar la imagen de una familia oriental al completo, que en un domingo cualquiera celebra sus creencias repartiendo a los pobres del barrio una comida con elegancia más que ponderable, hermosa.
Pues bien, siguiendo el deseo de mi madre, en primera instancia, y de mi padre, feliz de viajar junto a ella a cualquier lado, recorrimos de norte a sur de California algunas de las 21 misiones que levantaron por estas tierras los franciscanos, dirigidos en su valiente aventura evangelizadora de los indios por el que para nosotros es un héroe español, mallorquín de Petra, cuya humilde casa familiar visitamos sin ir más lejos el pasado verano. Mientras que Fray Junípero Serra, que así se llamaba el buen hombre, es prácticamente desconocido por la mayoría de los españoles, espero que no tanto por los mallorquines, en cada una de esas ciudades que fundara en origen y bautizara con sus nombres, nada menos que el propio San Francisco, Los Angeles, San Diego, Santa Bárbara, Carmel y más, este personaje es reconocido con calles, estaciones de metro, esculturas, placas conmemorativas, tropecientos objetos de merchandaising, libros e historias infantiles. En cambio nosotros, ni reconocemos ni explotamos con inteligencia y visión de negocio tal suerte, que incluso se podía ligar con las abarcas o zapato menorquín que celebro descubrir frente al escaparate de una tienda en Los Angeles. Un puente que otros construyeron con tanto sacrificio y que nosotros ignoramos sin explicación.

En fin, hermosos los paisajes que disfrutamos en el recorrido por carretera número 1 de América en la que ha sido mi tercera vez, sin igual por la compañía de unos padres que son ejemplo de vitalidad, jóvenes de espíritu y buenos viajeros. Qué entusiasmo descubrir en el océano delfines, ballenas, focas y leones marinos en sus playas. Del café ni hablamos, con el color del río Hudson y el sin sabor de unos tristes granos de café. Pero ya sabemos que en todo lo bueno hay algo malo y viceversa, el hermoso cactus de la fotografía sería buen ejemplo, espinas y flores, con las que sin duda me quedo. Con él y sobre todo con esos amigos tan queridos que nos abrieron la puertas de sus casas, y su excelente compañía y fabulosa cocina, Jorge, en San Francisco, y casi hermano; Mirem, Andrew y su hijo Telmo en Los Angeles, disfrutando de su maravilloso tour por la ciudad y de la cena coreana bien casera y tan sabrosa. Y por supuesto, a mi querida prima Enriqueta, con la que compartí infancia y adolescencia, y a la que adoro, y su familia, Jorge y Sofía, que también viven en L.A. Ojalá pronto todos ellos puedan visitarnos y agasajarles como merecen.