martes, 30 de diciembre de 2014

 A POR EL 2015, CON SALUD, PAZ Y AMOR


Bueno, mi último post del 2014, haciendo balance de los mejores momentos vividos y parte de lo aprendido... Hoy, por ejemplo he aprendido a quitar la nieve acumulada sobre mi coche, cosa que nunca antes había hecho y pensaba que lo que puede resultar divertido o entretenido por ser la primera vez se convierte en una tortura cuando cada mañana debes rascar el hielo, sacudir la nieve y retirarla del camino con la pala para poder llevar a tus hijos al cole o ir al trabajo. Definitivamente, lo mío es el calorcito mallorquín, para qué negarlo.


Aún así, y sin ocultar que la Roca sigue siendo mi hogar, aunque hoy por hoy lo sea a ráfagas vacacionales, lo destacable es que en Suiza me encuentro bien. Que no sería lo mismo sin el delicioso grupo de amigas que tengo allí, ni duda. Y es que la amistad tiñe el gris atmosférico con el color de las risas y el buen rollo, tonalidades que en mi caso nunca pasarán de moda.




Con 2 adolescentes en casa y otro ya universitario y bien mimado por los abuelos en Madrid, ya os imagináis que hay momentos difíciles, especialmente cuando a uno de ellos le cuesta encontrar su camino y lo imagina de nuevo en Mallorca. Esa es la principal angustia del año que ahora acaba, pues mi principal deseo como madre es que sea feliz. Así que ya sabéis cuál será el reto del año 2015, necesitaré paciencia y sabiduría, y memoria para acordarme de formular esos deseos antes de engullir la última de las uvas de la suerte. 


De suerte ando sobrada, primero de todo por la familia que tengo, deliciosos todos y cada uno de sus miembros, con todos los apéndices que se han ido sumando a lo largo de los años, la última nuestra sobrina y ahijada Luna, que llegó al mundo el pasado mes de febrero, tan preciosa... Amigos no me faltan, espero saber cuidarles y es
tar a su altura, que con tanto movimiento en mi triángulo de vida que es ahora entre Suiza, Madrid y Mallorca,  a veces puedo fallar





 Y luego están los viajes que me he marcado a lo largo del 2014, a parte de esas tres conexiones a veces equiláteras, y otras escalenas (sobre todo para mi madre, que nunca le parecen suficientes los días que estoy en Madrid), este año he tenido la fortuna de regresar a Burkina Faso y debo decir que en cuanto a destinos viajeros nada me gusta más que Africa. Allí te das cuenta de que la felicidad es mucho más sencilla de alcanzar que aquí y que esa es su riqueza, la que nadie puede expropiar ni comprar. Y si, habría que trabajar más intensamente para entender cuáles deben de ser las prioridades que necesitan allá, no me refiero a tecnología, sino a reforestación, a la famosa caña de pescar, a la sanidad básica... No me cabe duda de que esa fórmula, con un = digno, nos hará mejores a todos y comprenderemos también cuáles son nuestras auténticas necesidades y daremos mejor valor a palabras como crisis, pib, y nuestras quejas sobre casi todo.



Mega mención especial la de mi voluntariado en el viaje soñado por mi madre a California y compartido con mi padre por obra y gracia de sus hijos en su no se cuánto aniversario... Volvería a repetirlo con los ojos cerrados, aunque contradiga lo dicho sobre Africa, que a mi madre ni a rastras la llevamos ni tan siquiera a Marruecos, y no sabe lo que se pierde. Otra de mis uvas irá dedicada a poder disfrutar de ellos con salud y quizás unos días en Suiza.



En general siento que este año soy un poco mejor persona, utilizar buena parte de mi tiempo a buenas causas con las que no gano dinero, como dicen algunos de mis hijos, a los que explico, sin éxito, que en realidad no tienen precio. Especialmente contenta porque con la ayuda de tantos y tantos amigos hemos enviado a Burkina unos 80 mil€, con donaciones para la dotación de la nueva clínica que se inaugurará oficialmente a finales de enero y a la que probablemente asistan mis amigos Guillermo y Nines; también para la renovación de la infraestructura de la fabricación de espirulina, ese alga que enriquece la alimentación de los niños del orfanato de Loumbilá, en Ouagadougou; para la fábrica de tiza de nuestro amigo Antoine; para el apadrinamiento de los niños más pobres de la escuela carmelita de Bobo... Por no hablar de todo el dinero que han conseguido nuestras compañeras y amigas de la Fundación Jigi Seme en Burgos... Estamos tan orgullosos del padre Eugenio que trabajar para él y su Comunidad es todo un honor.



Y por supuesto feliz por el trabajo que realizo junto a mis compañeras queridas de RANA. Este año y en especial durante el último trimestre con la campaña #ni1abusoinfantilmas, hemos conseguido sensibilizar y extender el mensaje de que hay que proteger realmente a los niños y que sólo con una cadena real de actuación educativa responsable podremos evitar los abusos de poder que les destrozan la infancia a tantos, y por qué no a los nuestros si no nos ocupamos como toca.






Mención con honores para todos mis amigos, familiares y amigas que creen en el trabajo que realizamos y nos apoyan, tanto en RANA como en Burkina y por supuesto con Mediterránea, que tienen a la cabeza a dos doctores maravillosos, Michael Stoma y Victoria Baldó, que lo mismo curan problemas de salud en su consulta de Portals, en Mallorca, que heridas sociales como las que sufren miles de ciudadanos y sus familias en esa isla que tantos presuponen rica, y si lo es se debe a su gente solidaria y auténtica que sabe compartir incluso a veces lo que no tiene.



Queridos amigos que no nos falte la salud, buena suerte a todos y mucho amor....